POEMAS

Antonio Dumetz Sevilla. Yehudah Dumetz


MI PAÍS

Quien fuera Antoine de Saint-Exupéry para volver a escribir
o el principito al pronunciar: 
“Sólo se ve bien con el corazón; lo esencial es invisible para los ojos”
Te aseguro sin duda alguna, traería a sus letras el país que gravita en mi ser.

Un país de proscritas fronteras, donde la tristeza y el exilio, 
son sombras de prehistórica soledad.

Donde la amistad es libre del hierro que chamusca la piel.
Un país situado en el centro de mi alma. 
Ese, es mi país.
Allí las noches desgajan ríos con historias que narran mis sueños
no necesito descoloridos visados ni un pasaporte general
para refugiarme en él,
y cada noche como la música, viajo a esa secreta región,
navegando luna tras luna
para lavar mi conciencia manchada por el día canicular de la muerte,
que habita en tu país.





ÍTAKA

Aquí donde me encuentro, en la esquina de la blanca isla está Ítaka
su música es un mar en fuga por el diapasón infinito 
que recibe al visitante como diestro anfitrión. 
¿Has oído su risa? 
¿Has escuchado su nombre? 
Levanta su falda fruncida, y atraviesa sus piernas en concreto moldeado
 y hallarás el río adobado con salsa, charanga y son.

Bébetelo todo en un abrazo de placentera embriaguez, entonces miraras la noche 
detenida en un lienzo pintado de luces en cerveza y licor
a Chucho Valdés y Johnny Pacheco,
A Ralph Leavitt,  Israel López “Cachao” y Chocolate Armenteros 
pescar un bocachico con flauta, contrabajo, piano, trompeta y voz.

Cuando yo muera, que Adriano Ríos cabe una tumba en líneas musicales  “Cuna Blanca”
pero que sea en esta esquina, en la ÍTAKA de salsa y son.




LOS DELGADOS HILOS DE NUESTRA FELICIDAD

 “Si me lees podrás amarme”
Sí, tiene razón cuando me dices que me elevo como un globo,
sí, tienes razón.
Porque es entonces cuando toco para ti 
la fina melodía de mi alma como el violinista del óleo de Chagall

Tiene razón cuando me dices que me elevo como un globo 
pues es allí cuando logro tocarte sin tocarte
porque lo hago cada día cuando tus manos acarician tu cuerpo,
porque te beso cuando tus labios se rosan entre sí. 

Porque amo queriéndote en cada latido de tu corazón. 
Porque queriendo hemos hecho el amor con nuestras almas 
que se hilvanan con los delgados hilos de nuestra felicidad
 hasta inmortalizarte en estas cortas letras que ahora lees.









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