FRENTE AL MAR
Con el aliento contenido ante aquello que se pierde, intento
ya no escucharte demasiado.
No te niego que las mañanas transcurren
montadas en el monociclo de un estrobo haciendo malabares
y las tardes mueren con odio cuando me fisga la ansiedad.
La ausencia de tu cuerpo, el protegido de tus sueños
y la distancia erosionaron la memoria; luego al caer la noche
con mi hombro entumecido de dolor me retiro a decantar el bálsamo mortífero
de tus recuerdos…
Pero, no te equivoques, siempre hay una mano invisible escribiéndome
una glosa que me salve del texto inexplicable de tu rostro ornado de marchita flor de Cuba.
Entonces, por un diminuto orificio van colándose las estrellas
que ahora cuelgan como medallas engalanando mi pecho, encendiendo mis ojos
con fuego que incineran tu pasar de triste y abatido festejo frente al mar…
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