TIEMPO ENTRE DOS AGUAS


Retrato


Mientras transito por el viejo puente de la 21
aún sin subir el vidrio de mi imaginación
deseo quedarme colgado en el retrato blanco y negro
de mi cuadra envejecida.

Descalzo y sin pudor, gritarle al viejo teatrero del pueblo
que un día se marchó
lo ridículo de su espalda en los burdeles de la 13…

Que las revoluciones terminan en buró
que el mundo es circular aunque Nietzsche ya no esté
y que las damas de Avignon siguen
mostrando sus piernas en nuestra sociedad
que mientras existan poetas las palabras tendrán alma
y aunque las polillas se coman los lienzos y el viento
desgaste mis manos
aún así no moriré.





Peores cosas


Hay peores cosas que la muerte.
Un golpe invisible al sentimiento
o esos olores que nos transportan día tras día
como un flashback en un film que vuelve a suscitar

Un viejo dolor…
o aquello que siempre esperas y jamás llega…

Hay peores cosas que la misma muerte,
la tenacidad semanal de unos bolsillos sin esperanza alguna,
el estómago que engulle vivo a sus victimas
en gritos silenciosos que una hoja en blanco
jamás escucha,
o la respuesta que no regresa.

Hay peores cosas que la muerte,
los gnomos que ya no me hablan
y tus pisadas que ya no encuentro.



Mi País

Quien fuera Antoine de Saint-Exupéry para volver a escribir…
O el principito al pronunciar:
“Solo con el corazón se puede ver el bien; lo esencial es invisible para los ojos”. 

Te aseguro sin duda alguna, traería a sus letras el país que gravita en mí ser.
Un país de proscritas fronteras, donde la tristeza y el exilio sombras, arenas
de prehistórica soledad.
Donde la amistad es libre del hierro que chamusca la piel.
Un país situado en el centro de mi alma. Ese, es mi país.
Allí las noches desgajan ríos con historias que narran mis sueños…
No necesito descoloridos visados ni un pasaporte general
para refugiarme en él…

Y cada noche, como la música viajo a esa secreta región,
navegando luna tras luna, para lavar mí conciencia
manchada por el día canicular de la muerte, que habita en tu país…





Desde mi Exilio

Hoy recibí una carta de la república más cercana a mi exilio
pero en esa orilla no veo tu aprecio tenderse como puente
por el que mis pisadas puedan transitar
Deberías saber que en tu república la orilla está llena de hipócritas guijarros
Allí se ha varado un odio sempiterno
en los olores mefíticos de muchas tardes muertas
y el cancerbero de tortura acrecienta en tu regazo los temores del infierno
la misma orilla en la que tu rostro se petrificó
en el mármol sórdido de un gélido buró…
donde una reina enana gobierna ese reino de barro
Dime ¿Qué harás cuando las 48 lunas dejen de brillar sobre tu rostro?
Alguien me ha dicho que usarás las máscaras que adornan tu puerta
¿Crees volver a engañar?
te olvidas que mi palabra es espada cortante
Y algo más te digo…
A donde huirás de la poesía…




Hipocresía

Habrás de saber Farid, el Can que creíamos amigo sincero,
que entrenado me ofrecía una copa de vino,
el mismo Can que marchó con los idus de marzo
hasta extender su macabra cortina
volvió esta mañana y lamió mis heridas…
Desde que se mudó a la casa de Maestra Intolerancia
donde recibe alimento y obedece a sus órdenes
lleva en su rostro la hipócrita máscara del odio color…
La Maestra lo ha entrenado para que en sus fauces desgarre al poeta
asesine metáforas y con su lengua distorsione el paisaje de la verdad.
Aun así Farid, cada que puede con sangre en su hocico
se acerca a lamer mis heridas
Acaso Farid: “¿Será que la amistad en el día es la asesina en la noche?”
No sabe ese mísero perro, que un pretérito destino castró su presente
y que soy único hijo, letra viviente, palabra de fuego, aeda del tiempo…




Memorias de un dibujo


¿En dónde se anidan los sueños?
No lo sé…
Lo único que sé,
Es que más allá de ellos, los colores del alma vuelan como eternas gaviotas.
Así quisiera frente al espejo encontrarme  con Whitman y ver crecer sobre mi barba sus hojas de hierbas.
Y que los duendes de nuevo me hablen y que la Kabbaláh dirija mis pasos.
Y aunque sigo prisionero de esta canícula sin retorno voy mirando aletear
Un nuevo horizonte que redima mis huellas
Y, esos colores del alma que se posan en mi memoria
Son los que dibujan palabras sobre el amarillo papel.





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